jueves, 7 de marzo de 2013

Capitulo 16: Día de piscina (1ra parte)


— Guauu, esto es increíble -dijo Nerea
— Yo no tengo palabras -reí
— Sabia que os gustaría -dijo Blas
— La verdad es que es genial, a nosotros también nos gusta mucho -dijo David
— Lo sé -rió Blas

Blas nos había invitado a pasar el día en su casa, era enorme y tenía una piscina enorme también y muy guay.
Nosotras nos fuimos a una habitación a cambiarnos y los chicos se fueron a otra.

— Chicos, tengo que contaros algo -dijo David
— Pues cuenta -dijo Dani
— Somos todo oídos -dijo Carlos
— Veréis, es que…-paró un momento y luego siguió- me gusta Nerea.
— ¿Y dónde esta el problema? -dijo Álvaro
— Pues en que no se si yo le gusto a ella -dijo David
— Pues habla con ella y averígualo -dijo Blas
— Pero tampoco vayas de golpe y le digas “¿te gusto?” -dijo Carlos - eso es pasarse -rió
— Esta bien, creo que ya se como lo voy a hacer.

***

Nerea y yo estábamos tumbadas en el césped,  no teníamos ganas de meternos en la piscina de momento, estábamos hablando cuando David se nos acercó.

— Nerea, ¿puedo hablar contigo un momento?
— Claro -se levantó y se fue con David dentro de la casa- yo seguí tumbada en el césped tomando el sol.

— Yo que tu no tomaría tanto sol, acabarás roja -me dijo Dani riendo.
— Me e echado crema, listo -le saqué la lengua y me contestó con una carcajada.
— Bueno, -se sentó a mi lado, justo donde hace un rato había estado sentada Nerea- ¿Qué tal llevas lo de trabajar y eso?
— ¿A que te refieres?
— ¿No estabas trabajando en el bar de tu primo?
— Ah! Si, -reí- pues bien, no me puedo quejar.
— ¿Y que tal lo llevas?
— Pues, bien, mi primo algunos días me mete mucha caña, pero bueno, poco a poco me voy acostumbrando. -estuve callada unos segundos y luego volví a hablar -Oye -me miró- ¿tu sabes de que quiere hablar David con Nerea?
— Puede.
— ¿Y me lo vas a decir?
— No.
— ¿Por qué? -le miré haciéndome la enfadada y el se rió-
— Porque son cosas de David no mías.
— Por fis -dije poniéndole cara de cachorrito-
— Ni lo intentes porque no te voy a decir nada.
— Eres malo.
— No lo soy.
— Si lo eres.
— Bueno, si insistes, lo seré -yo le miré extrañada, de repente me cogió por la cintura me volvió a tumbar en el césped y empezó a hacerme cosquillas-
— Para, para -casi no podía hablar de la risa-
— No voy a parar hasta que retires lo de que soy malo -seguía haciéndome cosquillas y riéndose-
— No lo voy a retirar -seguía sin poder contener la risa-
— Entonces no pararé -me dijo-

En un descuido que tuvo, logré quitármelo de encima y que parará de hacerme cosquillas, pero el muy ágil me cogió y caí encima suyo, estábamos tan juntos, que podía sentir su respiración y los latidos de su corazón y nuestros labios estaban a milímetros de rozarse.

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